Después de muchas ganas de volver a realizar esta preciosa ruta de art land, por fin lo he conseguido, aunque no en un día soleado de otoño, sino frío y nublado y amenazando lluvia, pero por suerte no nos ha caido ni una gota. Menos mal, llevaba tres niñas conmigo.
El Camino de los Prodigios es la cuarta ruta de arte en la naturaleza promovida por la Diputación de Salamanca; es circular y se realiza entre las poblaciones de Villanueva del Conde y Miranda del Castañar, precioso pueblo declarado Conjunto Histórico Artístico.
Villanueva del Conde y en el centro una creación de Pablo S. Herrero
Riquísimo fruto de otoño de Félix Curto
Tiene una longitud de 10km y una dificultad media, ya que a lo largo del recorrido existen varios tramos en cuesta, pero se hacen bastante relajados porque es necesario pararse a contemplar las diferentes obras de arte colocadas estratégicamente para descansar.
Una de las creaciones de Alfredo Omaña
Cama de Alfredo Omaña
Salimos sin prisa de Villanueva del Conde, disfrutando del paisaje y hasta llegar al río Francia todo es cuesta abajo, después hay que subir a Miranda y cogerlo con ganas porque la subida es importante, de hecho llegamos a la ermita de la virgen de La Cuesta, por algo será.
Una vez en Miranda, es obligatorio caminar durante un rato por sus señoriales calles y visitar su preciosa plaza mayor con los restos de un imponente castillo.
Parte del Castillo de Miranda del Castañar
Cama de alfredo Omaña entre alcornoques recien pelados
Iniciamos el regreso a Villanueva del Conde sin entretenernos demasiado por si acaso nos pillaba algún chaparrón. Lo cogemos con ganas porque hasta el río es bajada. El tramo de subir y bajar a Miranda es prácticamente el mismo, pero en el puente medieval de San Benito debemos desviarnos a la derecha.
Casi a mitad de camino paramos a almorzar unos bocadillos que nos supieron a gloria porque ya habíamos hecho ganas de comer.
Al llegar de nuevo a Villanueva del Conde, descansamos en la fuente de La Canaleja de la que surgen tres esculturas en piedra con forma de peces y si los mojamos podremos apreciar mejor todos los detalles.
Peces para mojar de Marcos Rodríguez
Ya en el casco urbano la ruta nos hace recorrer una calle que no encontraríamos por nuestra cuenta y que es una parte muy interesante de la arquitectura de este pueblo, es la callejina que atraviesa los huertos interiores del pueblo. Villanueva tiene una estructura fortificada muy original ya que las "murallas" son las propias casas y lo que defienden son los huertos interiores; esto se puede observar muy bien desde la carretera que une Sequeros y Villanueva del Conde.
Aunque parezca un poco larga para los niños, creo que les resultará divertida, ya que hay bastantes elementos artísticos que les harán parar un rato a tocar, observar, buscar o a subirse encima; como en esta enorme tortuga.
Madre tortuga feliz con sus hijos de Marcos Rodríguez
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